Refugio milenario…

A escasos metros del barrio central, en dirección sur oeste, en la ladera del cerro se encuentra una formación natural rocosa conocida en el barrio como la Roca de los Nombres. El lugar es paso obligado para cualquier expedición que invite a adentrarse en los cerros linderos al barrio. Con un acceso poco dificultoso, en pocos minutos, se puede hacer el trayecto a pie ascendiendo por un sendero medianamente empinado mientras se disfruta del paisaje en dirección Oeste.

La primer sorpresa se la lleva uno casi al llegar a la cima del cerro, ya que el acogedor refugio natural no se deja ver sino hasta que uno está ya debajo del primer alero.

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Con el paso de los años, los movimientos tectónicos inicialmente, y luego los elementos como el viento y el agua han ido realizando un trabajo de erosión que ha dejado a la vista las diferentes capas del suelo al filo del cerro. Curiosamente la capa superior parece ser más resistente que las inferiores lo que ha facilitado la formación natural de una cavidad que ofrece un perfecto refugio para el viento y la lluvia.

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La primera vez que visité este lugar, al recorrerlo pude ver rastros de una fogata anterior  con sus carbones y las marcas que deja el fuego; y no pude evitar pensar en antiguos pobladores de esta tierra mucho antes de la fundación de Diadema.

Además del amparo, el lugar ofrece una hermosa vista desde la cual se puede visualizar parte del barrio, parte de la ruta 39 (tanto al Oeste como al Este) y finalmente puede verse algo de mar.

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La roca o material rocoso que forma las “paredes” del lugar tiene una composición fácil de erosionar (arena y arcilla) lo que facilita que con cualquier objeto filoso pueda uno intentar inmortalizar su nombre y de allí el devenir de la manera en que lo conocemos.

 

 

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