Una identidad barrial

Muchos años antes de conocer este pueblo, cuando recién llegaba a Comodoro escuché la frase “Otoño en Diadema” casi de casualidad. Mi hermano que toca la guitarra había ido el año anterior a ver al reconocido guitarrista y profesor local Alberto Morelli. El concierto había ocurrido en el contexto de una especie de festival cultural en un barrio alejado del centro. 

Años después la vida nos trajo a vivir al barrio. No pasó mucho tiempo para que hablando con vecinos surgiera en alguno de ellos algún recuerdo de los Otoños en Diadema. Luego de eso comencé a consultar el tema y pude apreciar la marcada huella que había dejado en cada uno de ellos. 

El evento Otoño en Diadema

Unos vecinos me contaron que era un gran evento, algo que se esperaba de un año al otro. Era tan importante que trascendía los límites del barrio y mucha gente venía desde diferentes lugares de Comodoro y sus alrededores.  Los jóvenes de esa época decían: “En Otoño la gente debía estar en Diadema, no podía perdérselo.”

El periodo en que se estuvo realizando el evento es difuso. Por la información que pude recabar se supone que empezó en el año 1990, repitiéndose con cierta irregularidad hasta el año 2004.

En su organización llama la atención la cantidad de entidades participantes: CoViDiAR LTDA.(Cooperativa de Servicios), Fundación Diadema, Club Argentinos Diadema, Cooperadora y Hospital Diadema, Cooperadora y Escuela Provincial Nº 115, CAPSA,  Municipalidad de Comodoro Rivadavia, Centro de Promoción Barrial, CARITAS, Centro de Jubilados Diadema, Jóvenes de Acción Cooperativa, Asociación Vecinal Diadema Argentina, Grupo Scout Nuestra Señora de la Paz, Iglesia Santa Bárbara y la Comisión Permanente Pro Otoño en Diadema.

El evento era gratuito, no se cobraba entrada y se realizaba en varios lugares del barrio en simultáneo. El barrio tomaba esos días un aspecto de pueblo turístico, se veía mucho movimiento en las calles. Había gente en autos, otra caminando, sacando fotos, recorriendo el barrio y los diferentes puntos de interés. Era un movimiento social único y característico de este barrio.

Para ayudar a los asistentes se entregaba un mapa en donde podía ubicarse el acceso al barrio, el hospital, el natatorio, el centro de promoción barrial, el cine, el club social, la escuela provincial 115, el gimnasio, la comisaría, el monasterio San José, el club Argentinos Diadema, la cancha de fútbol y la Iglesia Santa Bárbara:

Entre las actividades del evento se podían encontrar exposiciones varias, muestras de artesanías, antigüedades, música, teatro, fotos antiguas del barrio, pantalla interactiva, videos culturales, charlas participativas, taller de alumnos de historia, archivo de la voz, objetos antiguos, lectura de poesía y actividades al aire libre.

Esta riquísima variedad puede observarse en los programas del evento: 

Mirando con detalle los programas es fácil imaginarse pasar los 3 días en Diadema, reuniéndose con gente, degustando platos y bebidas, disfrutando de música, pintura, poesía, teatro, baile, fotografía, aprendiendo de historia y geología, participando de domas, desfiles, deporte, danza, literatura, cerámica, coros, búsqueda del tesoro, folclore, bailes de las comunidades extranjeras, juegos didácticos, recorridos históricos-recreativos, cenas show, talleres de tango, rock, fogón con guitarreada y baile, partido exhibición de Waterpolo, tarde recreativa en la pileta libre, feria de artesanos y expositores.

Como puede apreciarse era un evento cultural de renombre que sería difícil de imaginar hoy en día, y la idea de que se vuelva a recuperar la realización de este evento forma parte de los anhelos de varios habitantes del barrio y de la ciudad.

Vivir el Otoño en Diadema

Después de doce años vividos en este barrio puedo asegurar que el otoño es la época del año que más me gusta. El clima comienza a ser más benévolo con los jardines, las plantas tienen en ese momento un respiro del seco, ventoso y caluroso verano. Se ve una lucha manifiesta entre los verdes y los amarillos que adornan todo el paisaje de una manera espectacular.

Otra cosa que pasa es que los días comienzan a acortarse en horas de luz y el frío comienza su desembarco, anticipando lo que tendremos en invierno. Hay, en la combinación entre temperatura y viento, una sensación corporal muy particular. El frío penetra en nuestro cuerpo perfumado con aromas del campo, de sus plantas y sus animales. Salir a caminar por el campo que rodea el barrio en esta época, nos hace valorar el calor del hogar y la familia. A medida que uno se va adentrado entre senderos y laderas de los cerros, el frío va calando el cuerpo y uno añora un bocado tibio, un té caliente o unos buenos mates a la vuelta.

De vuelta por el barrio se puede disfrutar del crujir de las hojas bajo nuestros pies, una sensación única. 

Privilegiados los que vivieron toda la vida en este barrio y agradecido por que nos haya recibido con los brazos abiertos. 

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